REINVENTAR EL COMERCIO JUSTO EN CLAVE DE SOBERANÍA ALIMENTARIA

REINVENTAR EL COMERCIO JUSTO EN CLAVE DE SOBERANÍA ALIMENTARIA

Nuria Abenza Barceló y Patricia Dopazo Gallego

Ante la habitual tendencia que el sistema capitalista, en el que nuestra sociedad está inmersa, se apropie de las alternativas que surgen para hacerle frente, alterando la mayor parte de las veces su sentido original, hemos considerado adecuado poner a prueba el movimiento del Comercio Justo y además preguntarnos si puede, con sus imperfecciones, ser de utilidad en la construcción de Soberanía Alimentaria.

COMERCIO INJUSTO

¿Por qué la necesidad de añadirle el calificativo justo? ¿Es que el comercio es injusto en sí? Echando un vistazo a la Historia vemos que el mercado propio del Medievo era denominado lugar de justicia tanto por la fuerte reglamentación a la que estaban sometidas las transacciones comerciales como por el cuidado que se ponía en estipular un precio justo en sentido amplio. A partir del siglo XVIII emerge un mercado libre seguro de que sus estructuras obedecían a mecanismos de justicia natural. Sin embargo, el tiempo ha evidenciado que este comercio, basado en la doctrina capitalista, genera espacios asimétricos donde sé es potencialmente desigual. Puede concluirse, entonces, que el mercado global capitalista es un lugar de injusticia que ha creado un mapa deforme.

Conscientes de esta situación, en los años 60, movimientos sociales occidentales ponen en marcha una forma de comercio alternativo con países del Sur, convencidos de que, para realizar una -ayuda efectiva y real- a estas sociedades desfavorecidas, era más conveniente comerciar saltándose las reglas del juego neoliberal que continuar con los proyectos de ayuda al desarrollo de carácter asistencialista. Así tiene su origen el llamado Comercio Justo.

¿TRANSFORMAR COMERCIANDO?

En los años 70 se evidencia la necesidad que no sólo es importante comerciar en condiciones más justas sino que hay que informar a la población de las desastrosas consecuencias del comercio internacional convencional. Sin embargo, con la redefinición de las políticas neoliberales en los años 80 y el recrudecimiento de las posibilidades de acceso al comercio internacional para los países del Sur, el movimiento del Comercio Justo sufre una división interna. Por un lado se opta por potenciar los aspectos de denuncia y concienciación y por otro se apuesta por un modelo de Comercio Justo más efectivo donde se mejoren la calidad, la imagen y el marketing del producto para incrementar así las ventas, bajo la lógica -a más consumo en el Norte, más ayuda para el Sur-.

En la actualidad, la mayor parte del Comercio Justo tradicional ha continuado apostando por esta última idea. Sin embargo, dada la situación global actual, con Estados débiles y transnacionales poderosas que hacen política, donde el 82% del comercio internacional se controla desde países donde vive el 20% de la población mundial y con Occidente inmerso en una situación de crisis poliédrica, parece quizás conveniente reflexionar sobre lo adecuado y realmente transformador de esta práctica solidaria en un mundo con casi mil millones de personas pasando hambre. De entrada, el Comercio Justo no parece suficiente para hacer frente a los problemas que origina el comercio global, pero ¿puede ayudarnos visualizar sus limitaciones a construir mejores opciones desde la Soberanía Alimentaria?

Un comercio justo en reflexión

Acorde con las propuestas que demanda la Soberanía Alimentaria, la asociación Enda Tiers Mon, de Senegal, comenzó hace unos años a realizar encuentros de reflexión entre agentes del Comercio Justo en África. A partir de estos talleres se creó un grupo de concertación que ha generado una Declaracion de compromiso con el objetivo de promover los valores locales y de transmitir el concepto senegales y africano de Comercio Justo.

ESPACIO POR UN COMERCIO JUSTO

En el Estado español surgen en 1986 las primeras iniciativas de comercio justo: Traperos de Emaús en Euskadi y la Cooperativa Sandino en Andalucía (IDEAS en la actualidad). En 1996 nace la Coordinadora Estatal de Comercio Justo (CECJ) compuesta por 25 organizaciones de las que 7 son importadoras. Actualmente el Comercio Justo está apoyado por la política de cooperación desde que se incluyera en el plan Director de 2005-2008 y a nivel cuantitativo continúa creciendo exponencialmente.

En 2005, a raíz del debate sobre si introducir o no el sello Fairtrade (conocido como sello FLO) como garantía de calidad del Comercio Justo internacional, en España se consolidan dos posturas, dos tendencias, una que podríamos denominar, citando a Esther Vivas, tradicional y dominante y que apostó por el sello Fairtrade y una segunda corriente llamada global y alternativa, desde la que se plantea una lucha integral y menos comercial, enmarcando el comercio justo en espacios de resistencia desde donde se elaboren propuestas para otro mundo posible.

En línea con la última tendencia, se apuesta por repensar los intercambios comerciales en clave de Soberanía Alimentaria, apoyando a organizaciones campesinas que no sólo produzcan sino que transformen el producto y sobretodo, decidan. Se justifica la lucha activa contra las políticas de la Organización Mundial del Comercio, generadoras de desigualdades e injusticias. En su manifiesto se destaca la importancia de generar sujetos críticos que construyan sociedades más justas y se cuestiona y limita el comercio internacional y la importación-exportación, aunque sea de tipo justo, pues la apuesta fuerte es revitalizar la economía y el consumo local.Además se considera que lo adecuado sería crear certificaciones autogestionadas y sellos participativos transparentes, basados en recuperar valores como la confianza y donde las personas que producen y consumen decidan qué es un comercio justo; se apuesta por frenar la producción deslocalizada y promover una justicia comercial internacional, estatal y local.

¿PENSADO DESDE EL NORTE Y PARA EL NORTE?

En contra de la teoría que lo define, se acusa al comercio justo de no llevar a cabo la lucha política necesaria. Las personas que producen y las que consumen continúan alejadas y separadas por demasiados agentes intermediarios que mayoritariamente son del norte y a los que no se exigen los mismos rigurosos criterios que a los productores. Suelen quedarse, se dice, un jugoso margen de beneficio.

Por otro lado, se ha criticado que el comercio justo a menudo se ve en todos los sentidos desde el punto de vista de las sociedades del norte/occidentales no sólo en decidir qué se debe producir sino cómo y bajo qué criterios éticos y laborales. En muchos casos el Comercio Justo no contempla las formas endógenas de comercio olvidándose del mercado local y menospreciando la cultura tradicional asociada a él.

En muchas tiendas de comercio justo se hacen habituales las imágenes paradójicas de vinos o mermeladas producidas en América Latina, cuando aquí mismo se producen tradicionalmente y, en muchos casos, no sólo se ajustan a los criterios que se exigen desde el Comercio Justo, sino también a los del sentido común.

CUESTIÓN DE SENTIDO COMÚN

Es momento de repensar la práctica del Comercio Justo porque, de lo que se trata, es de recuperar el sentido original y esencial del comercio que realizamos cada día para que, de forma asequible a nuestras posibilidades, pueda ser lo más justo posible. Creemos que el Comercio Justo necesita escuchar atentamente las propuestas que vienen de la demanda del derecho a la Soberanía Alimentaria de los pueblos para conseguir un comercio constructivo y solidario que tenga como fin favorecer al ser humano y no al capital y a sus lógicas. Consideramos que en un mundo donde lo sensato es revolucionario puede hablarse quizás de la osadía del sentido común.

Sentido común como una sabiduría vital y legítima que luche contra paradojas como que la diferencia entre el precio en origen y en la venta de un producto sea de un 500%. O como que la certificación de Comercio Justo permita que multinacionales como Nestlé puedan poner su sello en algunos de sus productos mientras expulsan al campesinado y rompen mercados con otros. Un sentido común valiente que impida que de nuevo el sistema pervierta y vacíe de contenido las buenas ideas, las que surgen desde abajo.

Porque si hacemos un ejercicio de honestidad comprenderemos que no somos capaces de controlar lo que ocurre a muchos kilómetros pero sí de intervenir en lo cercano. Y hablamos de cercanía en distancia pero también en entendimiento, es decir, de recuperar lo propio de cada territorio.

¿Podemos asegurarnos de que es tan beneficiosa como se dice para las gentes productores del Sur la práctica del Comercio Justo en el Norte? ¿No continúa reproduciendo la división internacional del comercio de la época colonial donde el Sur produce y el Norte consume? Nosotras consideramos que es hora de deshacer esta estructura comercial internacional, como la de los prejuicios, y comenzar a elaborar, bajo el sentido común que emana de los pueblos, otra manera de compartir más justa. Es decir, más sencilla y más razonable.

Nuria Abenza Barceló y Patricia Dopazo Gallego

Perifèries- Plataforma por la Soberanía Alimentaria del País Valencià

Para saber más:

Espacio por un comercio justo http://www.espaciocomerciojusto.org/
Coordinadora estatal de CJ
http://www.comerciojusto.org/

Xarxa de Consum Solidari de Catalunya, http://redconsumosolidario.org/

Un comentario en “REINVENTAR EL COMERCIO JUSTO EN CLAVE DE SOBERANÍA ALIMENTARIA

  1. Hola!

    Muy interesante artículo! Estoy de acuerdo con todo lo que he leido.
    Mi nombre es Julia, participo en Murcia en una ONG que se llama Un-Sur (Universitarios por el Sur) Estamos trabajando en el siguiente boletín de la asociación y nos interesaría añadir este artículo si ustedes nos dan su permiso y están de acuerdo. En tal caso, querría saber qué debemos poner, qué nombre o qué organización, como firma.

    Espero su respuesta, muchas gracias de antemano.

    Julia Vázquez-Dodero Fontes

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