MADRES CONTRA FUMIGACIONES

Estefanía García Forés

 

Durante el pasado mes de septiembre Sofía Gatica y María Milagros Godoy, representantes de las Madres de Barrio Ituzaingó Anexo (Córdoba, Argentina), recientemente galardonadas con el premio Goldman, han visitado diferentes ciudades del estado español para explicar sus vivencias   en relación a los transgénicos y los agrotóxicos. Con María y Sofía, les hemos puesto rostro a tales problemas pero también a la energía de lucha por un mundo diferente, uniendo esfuerzos desde el campo y la ciudad.

 

IMG_324La lucha de Sofía comenzó hace ya 13 años, tras la muerte de su hija a los pocos días de nacer. Con el fin de conocer las causas de la muerte de su hija, Sofía empezó a hablar con las vecinas y vecinos de Ituzaingó Anexo, un barrio de seis mil personas, rodeado de campos de soja transgénica, y se alarmó ante la cantidad de problemas graves de salud que sufría la comunidad. Su caso no era aislado. Más mujeres habían enterrado a sus hijos al poco de nacer. Para luchar contra ese mal, aún sin nombre, que enfermaba y mataba a la comunidad, se organizaron. Realizaron un mapeo en el barrio que confirmó que los casos de cáncer, leucemias, malformaciones y trastornos reproductivos y hormonales eran muy superiores a las tasas del país. Sabiendo que a principal causa de la contaminación en el barrio son las fumigaciones con agrotóxicos que realizan los empresarios que cultivan soja transgénica en los campos cercanos, ataron cabos que posteriormente fueron confirmados: Ese mal que no tenía nombre, tenía un apellido: Monsanto, con su soja y sus agrotóxicos asociados, fundamentalmente el glifosato.

Desde entonces no se han cansado de cortar las calles, de entrar en los campos para evitar las fumigaciones, de recorrer los pasillos oficiales, de promover estudios que confirmaran los efectos nefastos del glifosato en la salud humana y, especialmente en las mujeres, debido a su mayor porcentaje de tejido adiposo en el que se fijan las sustancias tóxicas.

Una lucha que va contra el poder político y económico, llena de obstáculos, desde la indiferencia y las mentiras de la clase política, hasta la violencia psíquica, física y sexual que tienen que enfrentar. Sofía nos cuenta que está amenazada, que un hombre se metió en su casa, que le puso un arma en la cabeza y le dijo que «dejara de joder con la soya» y hasta la amenazaron con matar a sus hijos. La denuncia a la policía de poco sirvió pero Sofía no se amedrentó y ejemplo de valentía y compromiso social ha seguido luchando.

Una lucha que, pasito a pasito, poco a poco, va logrando resultados. Así, en 2003 consiguieron la aprobación de una ordenanza para prohibir fumigaciones a menos de 2.500 metros de las viviendas. Fue el primer empuje y uno de los factores que hizo que, en 2004, se aprobara también la ley provincial que limita estas aplicaciones, según las sustancias, dentro de los 500 y 1.500 metros de zonas pobladas. La lucha continuó en los juzgados y en agosto de este año –por primera vez- dos agroindustriales fueron declarados culpables por contaminar y atentar contra la salud de la población a través de las fumigaciones con agrotóxicos.

En esta gira por el estado español, ellas siguen internacionalizando la lucha contra los agrotóxicos. Saben que la soja transgénica que las está matando, es la misma soja transgénica que Europa importa para alimentar a su ganado. Saben que los efectos negativos en la salud humana también pueden afectarnos tarde o temprano. Pero sobre todo saben que si Europa no importara la soja transgénica, ellas no estarían expuestas a este genocidio encubierto, un genocidio que se esconde tras el poder de las transnacionales que gobiernan el sistema agroalimentario global. A este sistema que está en crisis, sólo le interesa la acumulación de capital. No le interesa las vidas de las familias del barrio de Ituzaingó Anexo ni de tantos otros barrios de Argentina (o de Brasil o de Colombia o de…).

Hoy, más que nunca, se impone la necesidad de cambiar este sistema en crisis y una de las alternativas ya está en marcha: se llama Soberanía Alimentaria. La lucha de estas mujeres, se une a las múltiples luchas que se están llevando a cabo en todo el mundo y así, con la suma de todas y todos, la Soberanía Alimentaria será posible.

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