Regando con burbujas


(*) Annelies Broekman

El ejemplo del canal Segarra Garrigues, que aquí explicamos, demuestra que a través de las políticas de agua se está impulsando los grandes agronegocios y la especulación con el territorio. Se está alimentando una burbuja que endeuda injustamente a la ciudadanía y no aporta mejores condiciones económicas en el mundo rural. Es muy importante que defendamos un manejo del agua público, que asegure una participación activa y directa de todos los actores involucrados, tanto en la ciudad como en el campo, con el objetivo de fortalecer una agricultura inteligente que preserve la integridad de las masas de agua de las que todos y todas dependemos.

7. Foto_Stefano Serra_PalestinaAgua de papel

Aportar agua para los cultivos de manera adecuada siempre ha sido un arte. La mirada habitual, sin embargo, se ha fijado sobretodo en cómo aprovechar mejor la cantidad de agua que le “toca” a una finca, según la concesión o la capacidad de acaparamiento, dejando en otras manos la tarea de velar por su abastecimiento. De este modo, “la garantía de riego” es un factor que parece externo a la responsabilidad de las y los usuarios, sin embargo, los efectos de la demanda creciente de agua por parte del sector está determinando el agotamiento de la fuente que nos sustenta.

Los caudales disponibles para regar están disminuyendo drásticamente por efecto de cambios en el uso del suelo, sobreexplotación de las masas de agua y el cambio climático. En el Ebro se calcula que en los últimos 25 años el caudal circulante se ha reducido un 15% y que el volumen otorgado por la Confederación Hidrográfica del Ebro supera el conjunto de agua presente en el río. Entonces, el deficit de la disponibilidad de agua frente a la demanda de regadío es crónico. ¿Regamos con papel? El ejemplo del trasvase Segarra-Garrigues es muy ilustrativo.

La burbuja del agua: el ejemplo del Segarra Garrigues.

El trasvase Segarra Garrigues es una obra faraónica construida para regar las zonas de secano de la Plana de Urgell (Lleida-Catalunya), en la cuenca del Segre (sub-cuenca del Ebro). Son 3.500 kilómetros de tuberías para unas 70.000 hectáreas de cultivo. Un ejemplo perfecto para ilustrar los mecanismos más comunes que están inflando la burbuja del agua.

Esta infraestructura es un fetiche de ingenieros: sobredimensionada tanto respecto a la disponibilidad de agua que puede transportar como respecto a la superficie que puede regar. De hecho, el 60% de la superficie no puede ser regada como estaba previsto porque es un habitat protegido de aves esteparias1 y para que haya agua habrá que integrar la reserva del embalse de Rialp con aguas del río vecino, el Noguera Pallaresa, fortín hidroeléctrico de ENDESA. Para obtener los 342 Hm3 previstos se necesita un tetris de litros y kilowatios impresionante.

El canal, entonces, está mal diseñado y no se ha adaptado a la evolución de las problemáticas a las que quiere dar solución: el desarrollo rural de la zona. El sector agrario, que en teoría debería beneficiarse, se queda perplejo ante la trampa que se le tiende: costes energéticos muy altos, baja productividad hídrica de los cultivos (beneficio obtenido por unidad de agua invertida – €/m3) y el coste de la tarifa del agua, hacen que solo una minoría se atreva a adherirse al proyecto. Ya que ahora no quieren participar de manera voluntaria, más adelante tendrán que entrar por obligación”. “Ahora lo importante es empezar, ya recuperaremos el dinero de alguna forma más adelante”, dijo Joaquím Llena, Ex-Consejero de Agricultura2

Aunque nadie conoce el coste real total en la actualidad, la inversión prevista para el proyecto es de 1,6M€; 40% de la inversión pública de la Generalitat. Todo esto se está pagando con préstamos de Caja Madrid, Dexia Sabadell, La Caixa, BBVA y Banc Sabadell, avalados por la Generalitat, que se prevee recuperar a través de la tarifa recaudada de los regantes.

La construcción y explotación del canal se realiza de acuerdo a un mapa complejo de empresas publicas y privadas3, que entregan la mayoría de tareas a Aguas del Segarra-Garrigues S.A. (ASG). No nos sorprende que entre los accionistas de esta empresa figuren AGBAR (Aguas de Barcelona), SOREA y AQUALIA, grandes interesados en el desarrollo de las políticas del agua en Catalunya. Ya para rematar, una “cláusula de equilibrio económico” del acuerdo financiero entre la Generalitat y ASG, asegura la privatización de los beneficios y socialización de la deuda.

El precio del agua del canal es uno de los debates más calientes del momento: rebajado y rediseñado periódicamente con acuerdos de gobierno desde 2010 hasta hoy, de todos modos no cubriría ni el 10% de los costes. A esto se tiene que añadir que se están negociando tarifas eléctricas rebajadas y se está trabajando mucho para que la nueva PAC (Política Agraria Comunitaria) también permita subvencionar el riego. ¿Quién paga entonces? Las palabras del Ex Consejero son aclaradoras: La modernización es clave para la agricultura, pero inasumible para los agricultores,” de forma que “vender el agua podría ser unas buena manera de financiarla4

La sed de Barcelona

Por su vulnerabilidad de abastecimiento, esta gran concentración de personas e industrias que es la Región Metropolitana de Barcelona (RMB), tiene la mayor capacidad de pago por el agua de Catalunya. Al contrario que el regadío, la demanda de agua doméstica es poco elástica, es decir, a pesar del incremento del precio las personas difícilmente pueden renunciar al servicio. Esto hace del abastecimiento urbano un negocio muy apetecible.

De hecho, la distribución del agua desde los depósitos municipales a las casas ya es privada desde hace mucho tiempo: los ciudadanos y ciudadanas de Barcelona pagan su recibo a AGBAR por un mal servicio (por ejemplo, 20% de pérdidas en la red) mientras la empresa reparte entre sus accionistas considerables beneficios (389M€ en 2009). Tan considerables que en 2009, a través de un juego financiero de La Caixa, el 75% de las acciones de AGBAR cayeron en manos de SUEZ, una de las más grandes multinacionales del agua en el mundo. Lo sorprendente es que una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia de Catalunya (289/2010) confirma que AGBAR en realidad no tiene ninguna concesión vigente con el Ayuntamiento de Barcelona para realizar este servicio. Para maquillar la situación, actualmente se está creando una empresa mixta, designada a dedo por la Entidad Metropolitana a AGBAR. En resumen, nuestra experiencia con la gestión privada no brilla por transparencia, calidad del servicio y racionalidad económica de cara a la ciudadanía.

Como si no bastara, también está en venta el abastecimiento desde las fuentes a los depósitos municipales gestionado por la empresa pública Aguas Ter-llobregat (ATLL). Compiten por ella Acciona y AGBAR, y mientras la Generalitat se encuentra en un absurdo contencioso entre condiciones económicas de los pliegos, tenemos una única certidumbre: perderemos dinero público

En el horizonte, un banco de Agua

El consumo de agua en Barcelona es uno de los más bajos del Estado español, con 105,8 litros por habitante y día5 y el interés en vender más agua en la RMB se apoya en un supuesto aumento de la población. El plan de gestión actualmente vigente estima que vendrán 800.000 nuevas personas a vivir a la ciudad hasta 2025, unas 20 veces más de las estimaciones del INE. Esta manipulación estadística justifica la necesidad de buscar más fuentes de abastecimiento, como por ejemplo las aguas “sobrantes” del canal Segarra Garrigues6.

Para ello es necesario que estas aguas, actualmente concedidas para riego, se adjudiquen formalmente también para abastecimiento. Recientemente se ha aprobado abastecer desde el canal a 44, municipios del Urgell, Segarra, la Conca de Barberà y Anoia, constituyendo el primer paso para que pueda fluir hacia la RMB7 como ya se planteó en diferentes ocasiones8.

La legislación vigente exige la aprobación del gobierno central cada vez que se quiera transvasar agua de una cuenca a otra y para evitar esto,al llevar agua del Segre hacia la RMB se propone instituir un banco público de agua, gestionado por la Generalitat, para poder administrar estos intercambios de derechos de uso directamente; pero, si en origen la gestión del agua es de AGBAR, y en el destino también, ¿que hay de público? Los gastos de transacción.

Conclusión

Desde una perspectiva agroecológica necesitamos replantear el papel del regadío y abrir los ojos al contexto hidrológico en que nos encontramos. Tenemos que revalorizar los cultivos de secano, el manejo del agua en los suelos y aprovechar las oportunidades de cada territorio para evitar un consumo energético irracional e infraestructuras inviables vinculadas al regadío. Existen ya muchos ejemplos interesantes, ¡liberémonos del oligopolio tecnológico del regadío “modernizado” y diversifiquemos las soluciones!

Annelies Broekman – Xarxa per una Nova Cultura de l’Aigua

2 Conseller J.llena 02/02/2008 en http://www.regsa.cat/noticies/

4 Diario El Segre 09/02/2008

5 “ El consum d’aigua continua baixant a l’àrea metropolitana” La Vanguardia 06/06/2013