8 de marzo, sembrar rebeldía en violeta

Hoy, 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, compartimos el pregón de las Fiestas de San Vicente, en Amayuelas de Abajo, un pequeño pueblo de la comarca de Tierra de Campos en Palencia, que hizo nuestra compañera campesina Belén Verdugo. Palabras, como ella dice, para sembrar rebeldía.

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PREGÓN DE FIESTAS DE SAN VICENTE 2013 (extracto)

  

Es un placer estar aquí, lo primero.

Y un regalo muy bonito dar un pregón de fiestas.

 

Nos encontramos en Amayuelas de Abajo, un pueblo donde la tierra asoma cada día.

Una ecoaldea con gente rebelde, que se divierte y que construye con la fuerza creadora de la cultura rural.

 

Un pueblo de pollos y repollos, de lana, de cedazos y de adobes.

Con gente que rinde culto a la bio y a la agro-biodiversidad.

Donde las semillas se reúnen en tarritos y planifican su futuro, sabiendo que son parte  un rico patrimonio de la humanidad.

Y para todo ello, se monta  un banco llenito de esperanzas.

 

Cerca del fuego, en su horno, se cuecen panes de levaduras más que madres, maternales, que contienen  microorganismos muy sabios. De aquí brotan sabores y olores, naturales y esenciales, ésos que tanto nos gustan.

 

Amayuelas de Abajo hace décadas que se llena de utopías liberadoras.

 

He oído que las civilizaciones terminan en las grandes urbes, y que lo nuevo que surge aparece en el campo, en pequeños asentamientos como éste.

 

Agradecemos que la pacha mama palentina  nos acompañe en esta aventura.

Gracias por darnos estas abundantes cosechas de dignidad campesina.

Y gracias por hacernos soñar.

Y luego ayudarnos a despertar a la conciencia global.

Por hacernos agentes del cambio evolutivo.

 

Una de cada seis personas pasa hambre en el mundo según la FAO.

¿Qué ha pasado para que el campesinado del mundo tenga cada vez menos acceso a la comida, al agua, a las semillas, a la tierra,…. a vivir  una vida que merezca la pena ser vivida?

Ha llegado la hora de ser conscientes y de actuar.

De construir y construir alianzas para cambiar el modelo globalizador.

 

A quienes producen alimentos campesinos, ¡enhorabuena!, tenéis, tenemos, una importante clave de la economía real.

Yo cada día me siento más afortunada por tener alimentos propios, que he visto crecer, que son parte del misterio de la vida y que tenemos que defender con fuerza y con  mucho amor.

Los circuitos cortos de comercialización son como células que tienen vida propia, que usan su energía  creando lazos de  confianza.

Como somos parte de un consumo consciente vamos a compartir las responsabilidades y vamos a cultivar la transparencia de la ética.

Ya tenemos tejidas unas cuantas redes de compromiso y vamos a por más.

 

Revitalizar el mundo campesino.

Pasa por ligar la formación y la instalación en el medio rural a las jóvenas y los jóvenes.

Dejar que siembren con la rebeldía generacional que empuja ilusionada.

Los pequeños pueblos agrícolas necesitamos esa savia nueva, que brote y de paso al nuevo ciclo.

  

Me vais a permitir una pincelada de activismo feminista y ecofeminista.

 

El avance de las mujeres en el medio rural ha hecho que mi humilde persona esté ahora sujetando este micro.

Demasiadas mujeres invisibles, campesinas sin derechos, ni autonomía económica.   

Estos últimos años han sido para mí un despertar en temas de género. He aprendido a ver el mundo con las gafas de color violeta, y mi vida ya está para siempre ligada a la lucha de las mujeres por transformar  este mundo rural en otro mundo posible.

Afirmo que…  todo está en crisis menos el patriarcado, y que el mundo rural sigue siendo bastante… bastante machista.

Las mujeres del medio rural exigimos igualdad, queremos libertad, derechos y oportunidades para realizar nuestros proyectos de vida.

Con nuestra lucha hemos conseguido leyes como la de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias, pero que apenas se cumple.

La Política Agraria, la PAC, discrimina a las mujeres, en el fondo y en la cifras.  

Y los cuidados  siguen sin ser valorados como economía real de la vida, y se cargan sobre las mujeres. Ahí sí que algunos no reivindican la igualdad.

¿Cómo no vamos a huir del medio rural? Éxodo, huida ilustrada, masculinización, envejecimiento. Dicen que votamos con los pies.

Demasiadas historias silenciadas, de esas geografías íntimas que nos van a servir para desmitificara al poder.

Descubrimos que lo personal es político.  

Y ante tanta presión social, proponemos una cultura con principios femeninos.

 

Muchas mujeres han transmitido cultura y valores de forma oral, ni leer ni escribir pudieron aprender. Aunque no lo parezca,  el Internet no lleva toda la vida. Es otra broma.

Sabemos que las ancianas con su memoria y mirada, a veces perdida, entregaban un legado misterioso y multiforme, casi telúrico.

 

Y ahora un comentario sobre el calentamiento global en las fiestas de San Vicente.

El frío y el calorcito en estas fiestas.

Estos días nos abrazamos, nos frotamos mucho las manos y soltamos ese vaho calentito que sale del interior de nuestras gargantas.

Quiero contaros, que he observado que por las noches, cuando salimos y vemos las estrellas colocaditas en su sitio cósmico, por la mañana gélida, esas estrellas bajan a la tierra y se posan en las plantas, convertidas en luz cristalizada, una luz que como el agua nos purifica.

Y volvamos al paisaje. En esta época ya podemos ver cómo las lluvias y el sol hacen que las semillas se parezcan a alfileres verdes con clorofila.

Luego vendrá la marea dorada, y el viento ayudará a madurar las espigas, base de nuestra comida.

Y otra vez volvemos al pan, y al vino.

Pienso que si esta magia natural  nos envuelve.

Por qué no… dejarse sucumbir a sus encantos.

 

 

Hoy estamos de fiesta, somos gente indignada, pero no amargada.

Y este es un pueblo de estrellas, no… “estrellao”.

Declaramos a este pueblo libre de capitalismo y patriarcado, libre de transgénicos y de mala leche.

Declaramos a Amayuelas de Abajo municipio del buen trato a las personas, libre de violencia machista y garante de la igualdad de género.

Queremos a nuestros ovarios libres de sotanas y de ministros de la injusticia.

 

Hace poquito aprendí varios trucos de salud, que están a prueba de recortes.

 

Primero mirar al sol terracampino, unos poquitos segundos, al alba o al anochecer. Con este gesto conseguimos que la luz nos entre por la frente cada día.

Durante la jornada, haciendo nuestras tareas, podemos darnos unos golpecitos en el esternón, que suene como una pequeña pandereta que se carga de vitalidad.

Y por último, se trata de estirar la boca, lo más posible hacia arriba, mucho, mucho. Lo que se viene llamando desde siempre sonrisa, pero ahora de forma consciente, convertida en una actitud vital.

 

Para hacer la despedida, con mucho cariño,  hagamos a San Vicente nuestra mejor plegaria:

 

Brindemos por estas fiestas y por un mundo rural vivo.

Brindemos por el internacionalismo campesino y la soberanía alimentaria de los pueblos.

Y por supuesto, brindemos también por la lucha y la emancipación de las mujeres del medio rural.

Amayuelas de Abajo ¡no se rinde!

Viva  San  Vicenteee!!!

 

Salud.

Belén Verdugo